La palabra “biometría”, del griego bios (vida) y metron (medida), significaría literalmente «medir la vida». En principio, es la manera natural para el hombre de «reconocer» a sus congéneres por características físicas e intransferibles que les individualizan: su voz, su rasgos, sus movimientos…
Estos rasgos únicos han servido históricamente para identificar a las personas ante un tercero. Por ejemplo, en la China del siglo XIV se usaba la impresión de la palma de la mano para diferenciar entre jóvenes y adultos. Y en el ámbito de la seguridad, el policía francés Alphonse Bertillon introdujo el uso de la huella dactilar en el siglo XIX como elemento identificativo.
Con la evolución tecnológica, el uso de los indicadores biométricos tiene un desarrollo exponencial en la actualidad debido a la irrupción de componentes electrónicos y digitales unidos al software y los procesadores.
Estos son los indicadores biométricos sobre los que se basan las técnicas biométricas más importantes:
-Rostro.
-Termograma del rostro (temperaturas).
– Huellas dactilares.
– Geometría de la mano.
– Venas de las manos. (patrón venoso)
– Voz.
– Patrones de la retina.
– Iris.
Como dato interesante, recordemos que las técnicas biométricas basadas en el iris proceden de investigaciones de los doctores Leonard Flom y Aran Safir en 1.985, sobre las que John Daugman creó los algoritmos que siguen siendo la base de todos los productos de reconocimiento de iris.
La autenticación biométrica en las tecnologías de la información
La autentificación biométrica o «biometría informática» aplica técnicas matemáticas y estadísticas sobre los rasgos físicos o de conducta de un individuo para verificar su identidad.
Hay tres tipos de autenticación para validar la identidad de un usuario:
- Autenticación basada en algo «que se sabe»: Por ejemplo, una contraseña.
- Autenticación basada en algo «que se posee»: Tarjetas, etc..
- Autenticación basada en algo «que se es o se hace de manera involuntaria»: La biometría informática entra en esta última categoría.
Para aplicar esta tecnología, la composición de los dispositivos biométricos usa tres elementos:
- Lector o dispositivo de escaneado.
- Software que digitaliza la información escaneada y compara los puntos de coincidencia.
- Base de datos donde se almacena la información biométrica para su comparación. Para prevenir el robo de identidad, esta información se encripta en el momento de su recolección.
El funcionamiento de la verificación biométrica se puede resumir en esta secuencia: En primer lugar, para convertir la información biométrica se utiliza una aplicación de software que identifica puntos específicos de los datos como puntos de coincidencia. Los puntos de coincidencia o emparejamiento incluidos en la base de datos son procesados usando un algoritmo que traduce dicha información a un valor numérico. Posteriormente, se compara el valor de la base de datos con los datos biométricos introducidos por el usuario final en el escáner, y la autorización es concedida o denegada.
Los beneficios de la tecnología biométrica
Asociada a otras tecnologías de restricción de accesos, la biometría garantiza uno de los niveles de autenticación menos franqueables en la actualidad. Al estar relacionados de forma directa con el usuario, sus datos son exactos, permiten hacer un rastreo de auditorías y evita tener que recordar una password ó un número de PIN de acceso. Su fiabilidad es muy superior a los sistemas tradicionales porque las características biométricas de una persona son intransferibles a otra. Por eso cada vez más infraestructuras de empresas, instituciones, transacciones bancarias y servicios sociales o de salud usan este tipo de verificación.
No es menor la ventaja de que un dispositivo biométrico reduzca el coste de administración ya que sólo se debe realizar el mantenimiento del lector y encargarse de mantener actualizada la base de datos.
Sus retos de futuro
Pese a tratarse del sistema más fiable de autenticación, la biometría se enfrenta también a los retos propios de nuestro tiempo: una actualización constante de sus capacidades para mantener su nivel de seguridad tal y como lo conocemos ahora. «La ley hace la trampa», según el lamentable dicho, y hasta los rasgos más personales podrían ser duplicados, o sufrir intentos de falsificación mediante artilugios que los replicaran o reprodujeran de algún modo. También se da la posibilidad remota de que algunos datos de nuestra huella dactilar sean homologables con patrones de otra persona que nos podría suplantar.
Previendo estos riesgos, la evolución de la biometría ya se está encaminando hacia la llamada «biometría conductual» que, en lugar de trabajar sobre rasgos físicos medibles, se fijará en características biométricas del comportamiento ligadas a cómo caminamos, a cómo escribimos o a cómo movemos los ojos, a la búsqueda de nuevas referencias que también nos hacen únicos y que permitan mantener las garantías de seguridad de la biometría al máximo nivel.
¿Cuál será el siguiente paso?