¿Has oído hablar del outsourcing? Tal vez este término no te suene. Pero, si te hablamos de subcontratación o externalización de los servicios, seguro que sabes a qué nos referimos. Al menos, aproximadamente. En cualquier caso, estate tranquilo. Aquí vamos a contarte qué es, cuáles son los beneficios que reporta a las empresas y qué posibles riesgos conlleva su utilización.
¿Qué es el outsourcing?
El outsourcing se define como un proceso mediante el cual un negocio involucra a otro para llevar a cabo una determinada tarea o actividad. Con ello, lo que intenta es reducir los costes respecto a si ella misma contratase al personal necesario sin reducir el nivel de calidad ofrecido. El modelo elegido suele ser el de subcontratar el servicio a un tercero.
Para que lo entiendas mejor, te ponemos un ejemplo. Imagina a una empresa dedicada al diseño gráfico que cuenta con 10 potentes ordenadores. En ese momento, tiene dos opciones: integrar en su plantilla a un técnico de mantenimiento que se ocupe de resolver cualquier fallo de hardware o software o, en su defecto, contratar a una empresa especializada que le brinde ese servicio exclusivamente cuando lo necesite.
¿Qué ventajas ofrece a las empresas la externalización de los servicios?
outsourcing como hemos dejado entrever, la subcontratación tiene el propósito de reducir los gastos operacionales de una empresa y, con ello, de incrementar la rentabilidad. Algo muy útil, por ejemplo, para los negocios que están empezando su actividad y para las marcas ya consolidadas cuyos beneficios no son suficientes como internalizar a todos los empleados que necesitan.
Dicho esto, ya podemos entrar de lleno a describir las principales ventajas del outsourcing:
- Reducción de los gastos operacionales en materia de salarios, maquinaria y manufactura.
- Resultados profesionales garantizados sin necesidad de contratar y formar a personal propio.
- Servicios actualizados a los nuevos tiempos de forma constante.
- Mejora de la imagen de marca a través de la mejora en los servicios y la reducción de tiempos de entrega.
- Favorece la construcción de nuevas y mejores relaciones corporativas y comerciales.
- Posibilidad de competir de mejor manera con el resto de compañías de la competencia.
- Optimización del proceso de toma de decisiones al no haber limitaciones técnicas internas.
- Recursos tecnológicos de vanguardia siempre al alcance de la mano.
- Disminución de los gastos fijos del negocio y mayor flexibilidad dentro de la organización.
Inconvenientes y peligros de la externalización de los servicios
Sin embargo, como sabemos bien, no es oro todo lo que reluce. Obviamente, la subcontratación también tiene una serie de inconvenientes que debemos comentar:
- El negocio pasa a depender de terceros en un área concreta. Por tanto, el cumplimiento con los plazos de entrega y con los estándares fijados no dependen de él en exclusiva.
- Para desarrollar los trabajos externalizados, sobre todo cuando tienen carácter técnico, es necesario aportar a las subcontratas información relevante. Y, si en un futuro la empresa deja de contar con sus servicios, nadie garantiza que la competencia no pueda aprovecharse de ella.
- La empresa deja de tener contacto directo con los métodos de trabajo más innovadores en el área externalizada.
- Reducción de control en los procesos de trabajo.
Pero ¿Qué pasaría si todas las empresas apostaran por la externalización?
Ya hemos hablado de los inconvenientes que, a nivel empresarial, tiene la externalización de los servicios. Sin embargo, aún no hemos hablado del otro lado, es decir, de los trabajadores. La subcontratación está inherentemente ligada a la precarización de los contratos y a la reducción de los salarios.
La razón es simple. Cuando una empresa decide externalizar un servicio, lo hace esperando gastar menos que si contratase al personal ella misma. Esto hace que la subcontrata tenga que hacer una oferta acorde y, además, quedarse con un porcentaje relativamente alto. ¿El resultado? Los empleados trabajan más horas por menos dinero.
Está demostrado que, con el paso del tiempo, las subcontratas acaban actuando como empresas de trabajo temporal (ETT), pero no cumplen los requisitos legales para ello. Algo que es especialmente notable en el sector informático. Según los principales sindicatos españoles, en estos momentos, el 50 % de los empleados del sector TIC son subcontratados.
Los casos en el sector privado abundan. Por ejemplo, la empresa desarrolladora de software para el banco Santander (Isban) tiene 10 000 trabajadores subcontratados. Asimismo, HP emplea a 13 subcontratas diferentes, lo que le ha valido fuertes multas por parte de la Inspección de Trabajo.
Sin embargo, también hay casos flagrantes en el ámbito público. Es el caso de la Biblioteca Nacional, que acumula más de veinte demandas por cesión ilegal de trabajadores. Por su parte, según un informe del Tribunal de Cuentas, la Gerencia Informática de la Seguridad Social cuenta con tres empleados externalizados por cada contratado en plantilla.
La Reforma Laboral se enfrenta a la subcontratación
La situación de precariedad derivada de la externalización de los servicios ha llevado a que, en la última modificación del Estatuto de los Trabajadores llevada a cabo por el Gobierno de España, se haya tratado el tema en profundidad. Hasta ahora, las subcontratas se amparaban en sus propios convenios empresariales para decidir las condiciones laborales de sus trabajadores, lo que les permitía pagarles mucho menos por sus servicios.
Por eso, una de las novedades introducidas en este texto legal es que, a partir de ahora, los convenios laborales de las subcontratas tendrán que ir ligados a los del sector en el que operan. Es decir, no podrán reducir derechos respecto a él. Esto hará que, al menos en la teoría, los empleados cobren lo mismo que si desempeñasen su labor en la empresa matriz.
Evidentemente, las asociaciones de empresarios y subcontratas pusieron el grito en el cielo afirmando que nadie iba a querer externalizar un servicio si acabaría teniendo que pagar lo mismo que al internalizarlo. Sin embargo, la realidad no es tal. Este modelo sigue teniendo muchas ventajas las empresas matrices. Hablamos, por ejemplo, de no tener que comprar equipamientos para esos empleados y de no acumular contratos de gran antigüedad, por ejemplo.
La realidad es que esta medida no ha afectado en nada a las cifras de subcontratación en España, que siguen manteniéndose al alza. De hecho, los datos de empleo son los mejores de los últimos 15 años gracias, en gran medida, al auge de este tipo de negocios. Cada vez son más los que se dirigen a cualquier portal de empleo con el propósito de captar talento. También crece el número de candidatos que no ve con malos ojos trabajar para una subcontrata al haber mejorado las condiciones laborales y salariales.
Una solución intermedia
Tras todo lo dicho, queda claro que el outsourcing nació con el propósito de ayudar a las pequeñas empresas a avanzar cuando no poseían los recursos suficientes como para internalizar determinados servicios. Sin embargo, con el paso del tiempo, se convirtió en una herramienta de precarización del mercado de trabajo. Tanto fue así que, en algunos casos, las condiciones ofrecidas en términos de salario y horario eran draconianas.
Por suerte para los trabajadores, la reforma del Estatuto de los Trabajadores ha tratado de atajar un problema que se estaba volviendo endémico dentro del mercado español. Esperemos que, con el paso del tiempo, las condiciones laborales de los contratados y subcontratados se equiparen todo lo posible.