El lector biométrico en el control de accesos, desde que empezaran a usarse en el ámbito empresarial hace ya muchas décadas, han experimentado profundas innovaciones con el propósito de adaptarlas a los nuevos tiempos y a los más recientes avances tecnológicos. De hecho, han dejado de considerarse, única y exclusivamente, como un instrumento relacionado con la seguridad del recinto en el que la compañía ejercía su actividad para pasar a tener otros muchos usos.
Efectivamente, el Control de Accesos y el control horario, siempre han ido muy unidos, incluso llegando a confundirse en algunos casos. La razón es que los dos arrancan y finalizan a la vez, cuando el trabajador llega y cuando se marcha, o visto desde el control horario, cuando empieza su jornada y cuando la termina.
Aquí vamos a hablarte de cómo han evolucionado los sistemas de identificación dentro del ámbito del control de accesos y te hablaremos, finalmente, de la gran variedad de opciones que ofrecen hoy en día.
Los orígenes del lector biométrico para el control de accesos
Resulta realmente complicado establecer con seguridad un comienzo en el uso de este tipo de sistemas. Sin embargo, podemos decir que, en las fábricas de los países más desarrollados en el siglo XVIII, había unos trabajadores que antes de que llegase la hora de comenzar a trabajar, reunían a los empleados en la puerta y pasaban lista para asegurarse de que nadie ajeno a la producción entrase, los llamados listeros. Como resulta evidente, se instauró, simplemente, como un mecanismo de seguridad que un sujeto particular controlaba mediante una hoja y un lápiz.
Este sistema estuvo vigente durante bastantes años y se implantó en todo tipo de empresas. De hecho, hoy en día, todavía hay centros de trabajo en los que los empleados, para poder acceder a su puesto, necesitan firmar, de su puño y letra, en un documento. Lo mismo tienen que realizar para poder salir. Como es obvio, se trata de un sistema muy rudimentario que, prácticamente, solo se mantiene en empresas pequeñas o sin capacidad para hacer frente a los costes de compra o alquiler de equipos modernos.
De los orígenes, y no tanto, se desprende que la manera mas eficaz que se conocía era la realización del Control de Acceso mediante personas, llámense listeros, conserjes, guardas, seguridad, etc.… pero en definitiva seres humanos. Aun hoy, no se ha desarrollado ninguna tecnología que mejore a los seres humanos en esta función.
Por lo general, los datos recogidos de firmas se transcriben a documentos de Microsoft Excel o programas similares para llevar un recuento de las horas de cada empleado. Sin embargo, como en todo proceso en el que interviene la acción del ser humano, puede haber errores. Por ello, no cabe duda de que se trata del sistema más ineficiente de todos los que vamos a comentar en este artículo.
La tecnología, un paso adelante en el control de accesos
Sin embargo, con el desarrollo de la tecnología electrónica e informática, empezaron a aparecer sistemas de identificación que funcionaban, fundamentalmente, mediante una tarjeta de banda magnética que el empleado debía pasar por un lector y que se encargaba de recoger la información de identificación de esa tarjeta, comprobando si se encontraba autorizada o no a entrar accionándole el dispositivo de apertura de puerta, torno, molinete etc. Además, esta información unida a la fecha y hora que le adjuntaba el lector de banda magnética, podía ser transmitida a un programa informático que se ocuparía del cálculo de las horas trabajadas del empleado.
¿Cuáles son los principales problemas que presentaba el sistema identificación personal que, por cierto, siguen manteniendo muchas empresas? Pues, fundamentalmente, que las tarjetas se deterioraban con el uso diario, perdiendo la información de la banda y teniendo que hacer tarjetas nuevas, con el consiguiente gasto, por otro lado, los empleados podían perder u olvidar su tarjeta en casa, lo que hacía indispensable que, para poder entrar al recinto de la compañía, tuviesen que habilitar un sistema adicional, al menos, durante ese día. Lo normal es recurrir al descrito anteriormente, es decir, al escrito. Pero había otro problema muy importante derivado del uso de las tarjetas magnéticas, esta tecnología estuvo rápidamente al alcance de todo el mundo, lo que conllevo que ya no era segura, las tarjetas podían copiarse con facilidad y de esta forma los trabajadores podían ser suplantados, igualmente se podían utilizar para no acudir al trabajo, pidiéndole a un compañero que “nos fichara”
Para solucionar alguno de estos problemas, los sistemas evolucionaron a las tarjetas de radio frecuencia, conocidas como RFID, las cuales no era necesario que estuvieran en contacto con el lector, de manera que al no haber rozamiento no había deterioro, eran mas cómodas de usar, pues tenían distintos rangos de distancia, entre la tarjeta y el lector, lo cual se adaptaba muy bien al uso de, por ejemplo, los Parking, también al ser una tecnología más nueva, hacia más complicado el acceso a los sistemas para poder copiarlas. Lo malo era que no solucionaban el problema de la suplantación, podían seguir pasándose la tarjeta unos a otros y nunca se sabría quien realmente había estado.
Biometría, lo último en tecnología: lector de huellas, lector de reconocimiento facial, lector de iris.
Un lector de huellas se ha convertido en un instrumento mucho más habitual de lo que podríamos imaginar si nos remontásemos unos años atrás. Y es que, actualmente, la mayoría de los teléfonos móviles ya incluyen uno para desbloquearlos. Este tipo de lector biométrico, evidentemente, ha puesto su grano de arena en materia de seguridad y ha eliminado todos los problemas de sus predecesores.
Con un lector de huellas digitales un empleado no podrá olvidar su tarjeta para fichar y acceder a su puesto de trabajo ya que esta irá siempre consigo. Al fin y al cabo, su clave de entrada estará en su propio dedo, por lo que también le servirá para eliminar preocupaciones. Por su parte, no hay que olvidar que estos sistemas garantizan la confidencialidad de la información siguiendo las normas establecidas por la Ley Orgánica de Protección de Datos.
El siguiente paso dentro del lector biométrico, fue el desarrollo de la identificación por reconocimiento facial, un paso mas en la tecnología, con la misma fiabilidad que el lector de huella dactilar. Tanto el lector reconocimiento facial como el lector de huellas digital reducen la posibilidad de error en el registro o de engaño a su mínima expresión. De hecho, salvo fallos en el suministro eléctrico o averías, es imposible que no cumplan con sus tareas eficientemente.
Sin embargo, las empresas que quieren situarse a la vanguardia de la tecnología apuestan, sin duda alguna, por instalar un sistema mixto combinando la tecnología de los lectores de reconocimiento facial, con software de interpretación de imágenes obtenidas por CCTV (circuito cerrado de televisión). Estos dispositivos, que hasta hace no demasiado tiempo parecían propios de las películas de ciencia ficción, gozan de un grado de perfeccionamiento realmente alto en estos momentos. Su funcionamiento se basa en la localización de personas dentro de una imagen, la captura de su cara, conversión a una matriz de puntos y, comparación con la base de datos. Precisamente en este segmento España es uno de los principales desarrolladores de esta tecnología.
Adicionalmente, y por último dentro de los lectores biométricos, esta el lector de Iris o “fondo de ojo”, una tecnología igualmente muy segura, aunque hoy todavía esta un poco cara, siendo su uso restringido a instalaciones de alta seguridad, militares, aeronáuticas, etc…
¿Qué ventajas colaterales a la seguridad ofrece un lector biométrico?
Generalmente, cuando las empresas han pensado en el lector biométrico, lo han hecho en un sistema de seguridad que garantizase que solo las personas a las que ellos diesen permiso pudiesen entrar al interior del recinto. Sin embargo, hoy en día, usar un lector de huellas digital, un lector identificación personal o de cualquier otro tipo tiene otras ventajas colaterales. Una de las más claras es, por ejemplo, la de la conciliación laboral.
La principal ventaja que conlleva instalar un lector biométrico en el centro de trabajo respecto a la conciliación laboral es que, a partir de él, es posible controlar las horas que el empleado pasa dentro del centro sin necesidad de que intervenga un humano. Gracias a ello, si el trabajador requiere ausentarse, por ejemplo, una hora a mitad de su jornada por cuestiones familiares, la empresa lo sabrá y podrán acordar ambos cuándo recuperarlas.
En definitiva, un lector identificación personal resulta realmente útil en cualquier empresa cuyo número de empleados sea relativamente elevado. Y es que, gracias a él, pueden controlar la seguridad, los horarios, el establecimiento de jornadas flexibles, etc.. Sin duda, la opción preferida de las compañías más eficientes.