Los datos de la última Encuesta de Población Activa publicada por el INE (Instituto Nacional de Estadística), referida al tercer trimestre del año, revelan que entre el 1 de junio y el 30 de septiembre el volumen de horas extras impagadas ni declaradas descendió de 2,91 a 2,22 millones semanales. Esta disminución del 23,7% es muy superior a la que se produjo en las primeras semanas de aplicación del Real Decreto-ley 8/2019 que entró en vigor el pasado 12 de mayo y obliga al registro de la jornada laboral de todos los trabajadores. Así, el volumen de horas extraordinarias que los asalariados españoles trabajan sin cobrar nada por ellas y sin que se declaren, cae en picado durante el primer trimestre completo de aplicación de la norma mostrando claramente su causalidad.
Los 2,2 millones de horas extras impagadas actuales son el registro más bajo desde que el INE comenzó a contabilizar este epígrafe de la EPA a principios de 2008.
El efecto de este trabajo sin remunerar supone un triple fraude: el escamoteo de una parte de su salario al trabajador, la merma de ingresos de la Agencia Tributaria por IRPF y la disminución de la recaudación de la Seguridad Social al no existir esas cotizaciones. Como consecuencia de esta práctica fraudulenta, la Seguridad Social también recorta la cuantía de las prestaciones a las que pueda tener derecho el empleado.
Entre principios de 2012 y mediados de 2016, las horas extraordinarias no remuneradas llegaron a superar el volumen de las que cobraban los trabajadores, una situación que no ha vuelto a darse desde el primer trimestre de 2017.
Durante la última década, los entre 2,5 y 3,6 millones de horas extras impagadas que se han trabajado en España cada semana (donde el coste salarial de la hora oscila entre 13,52 y 16,65 euros brutos) arrojaron una pérdida en la nómina de los asalariados de entre 1.800 y 3.200 millones de euros al año. Un tercio de esa cifra, entre 600 y 1.055 millones de euros, debería haber llegado anualmente a las arcas de la Seguridad Social, y una cantidad inferior de entre 300 y 600, tendría que haber llegado a las de Hacienda.
El retroceso de este fraude laboral ha coincidido con una reducción del número de trabajadores por cuenta ajena que realizan horas extraordinarias, que entre julio y septiembre de 2019 cayó de 764.100 a 684.000. Dos tercios de ellos, 53.700, solamente hacían horas extras impagadas, una situación que, pese a la implementación del registro horario, continúan sufriendo otros 276.000, lo que significa que solo uno de cada seis asalariados que padecía esta vertiente de la explotación laboral ha dejado de soportarla en el tercer trimestre de este año.
La banca y los seguros se ponen las pilas
Como detalla la última EPA, la mayor cantidad de horas extraordinarias no remuneradas son realizadas por los técnicos, que acumulan 916.700 semanales, algo más del 40% del total, seguidos de los empleados del comercio, la hostelería, los cuidados y la seguridad, que suman otras 416.000; a mucha distancia en ambos casos de operarios (203.600), artesanos (135.000) y oficinistas (166.000).
Por sectores, la mayor bolsa de horas extras impagadas se concentra en la industria manufacturera, con 336.700, seguida del comercio, con 300.200, y de la hostelería, con 299.700. Les siguen, con poco más de la mitad de esos volúmenes, actividades como el transporte y el almacenamiento, con 171.700; la enseñanza, con 168.900, y las actividades profesionales, técnicas y científicas con 166.700, por encima todas ellas de otras como la construcción (146.100).
En el sector de la banca y los seguros, donde se han realizado 131.500 horas extra impagadas, comienzan a cerrarse acuerdos para gestionar el registro de jornada y ya acumula tres trimestres de descenso en los que sus trabajadores han dejado de hacer 70.700 horas extra semanales sin remunerar ni declarar.