Es el momento oportuno para ahuyentar algunos tópicos. Los ríos de tinta sobre la posible regulación por decreto ley del registro horario de los trabajadores antes del 28A está provocando una polémica con posiciones enfrentadas que no resisten un análisis sereno de la situación.
Desde antiguo, el hecho de «fichar» arrastra una connotación negativa. El tópico lo caricaturiza como una especie de rendición, el sometimiento a un poder oscuro ejercido por máquinas en los albores de la revolución industrial. Se nos viene a la cabeza esa imagen de Charlot en «Tiempos Modernos» como un obrero robotizado sin voluntad ni derechos propios. Pero la realidad actual es distinta y podemos decir que «fichar es bueno» para todos los actores implicados.
Bueno para el trabajador
El control horario de los trabajadores supone para ellos salir de una jungla laboral donde se trabajan más de 6 millones de horas semanales de manera irregular y sin posibilidad de demostrarlas ni cobrarlas. Con la reforma del Estatuto de los Trabajadores en ese sentido sus derechos quedarían (quedarán) garantizados por ese lado. Pero también en lo relativo a la mayor implementación de horarios flexibles, a la conciliación familiar y a esas reducciones de jornada que la Ley contempla (por ejemplo, las previstas para atender a menores de 12 años con unas enfermedades tipificadas que rebasan el centenar).
Si se pretende llegar a un ajuste de las contrataciones que contemple la multiplicidad de situaciones distintas llegando casi a la personalización, el control horario de empleados será una herramienta imprescindible para llevar la cuenta de casos muy diferentes.
Bueno para la empresa
La posición mayoritaria de la CEOE observa un sesgo ideológico en esta medida y se manifiesta refractaria a esta regulación. Se dice que cada empresa es distinta y que no se puede aplicar el «café para todos» proponiendo que el registro horario de los trabajadores se contemple en los convenios colectivos en vez de regularlo por Ley. Pero cae por su peso que, mientras el Estatuto de los Trabajadores no obligue, no solo no habrá café para todos sino ni limonada para muchos en ningún convenio, y seguiremos en este limbo jurídico que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ya mira con recelo.
El empresario medio español necesita ver las ventajas de un control horario que, además, le va a proporcionar información veraz de lo que trabajan sus empleados y de su productividad, ayudándole a optimizar y racionalizar cada contrato en función de sus objetivos y poniendo coto al presentismo laboral.
La flexibilidad horaria es tan beneficiosa para el empleado como para el empresario ya que está demostrado que fomenta la productividad, ataja el presentismo, y ya hay soluciones tecnológicas para medir y controlar muchas situaciones contractuales distintas dentro de una misma empresa.
Marcar simplemente un horario general sí que es «café para todos» y reducción de plantilla para pasado mañana, con empleados que no dan abasto y otros que vegetan. Y también hay herramientas tecnológicas para medir la productividad.
Algunos empresarios aducen la complicación técnica y el coste elevado de un control horario de los empleados generalizado, pero las empresas especializadas ofrecen modalidades de alquiler de los equipos y software necesarios para cada caso que permiten ensayar distintos sistemas, y cada vez más aplicaciones móviles con las que se pueden controlar horarios desde un smartphone.
¿No es más caro dedicar varios salarios de RRHH a estas funciones, con la complicación añadida de supervisar el cumplimiento de tipos diversos de contratos y horarios?
Bueno para el Estado
Por principio, una medida que beneficia tanto al trabajador como al empresario ya resultaría buena para el Estado. En relación con el empleo, la Inspección de Trabajo se queja de no tener herramientas eficientes para corregir el exceso de horas extra sin cotizar, y de que ese desajuste hace que se evaporen más de 200.000 puestos de trabajo a tiempo completo que se podrían crear, abriendo el mercado de trabajo a miles de jóvenes que en este momento están lejos de alcanzarlo.
Solamente el fraude continuado de las horas extras irregulares supone que la caja de la Seguridad Social deje de ingresar sumas muy importantes que podría destinar a garantizar las pensiones sin endeudarse como ahora hace y a mejorar las dotaciones de Sanidad y Educación.
Y lo que es bueno para la Seguridad Social de un país, es conveniente para todos sus ciudadanos, sean estos empleadores o empleados.