En el reciente Shanghái “desconfinado” un oficinista que pretenda recobrar su rutina anterior y dejar de teletrabajar invierte dos horas y media entre controles de temperatura y esperas en transportes públicos de capacidad reducida además de someterse a un sofisticado sistema de evaluación física de sus allegados. Empezamos a conocer los cambios que traerá la “era postcoronavirus” que llegan de manera abrupta a diferencia de otros que se fueron instalando en nuestras vidas gradualmente. Pocos recuerdan ya que el teléfono móvil era en sus inicios “el teléfono del coche”, un armatoste más parecido a aquellos teléfonos de campaña de las guerras que a las televisiones portátiles que ahora llevamos en el bolsillo. Tampoco nos sorprendió la sustitución en oficinas y hogares de la máquina de escribir eléctrica por ordenadores al ser paulatina e ir aprendiendo las nuevas capacidades a un rimo razonable.
De todo esto no hace tantos años.
Ahora vemos que la realidad impone erradicar en lo posible todo trabajo presencial y es un cambio tan trascendental como el que supuso el maquinismo en la Revolución industrial frente a una cultura previa de carácter agrario y artesanal, en todo caso individualizada.
En este circuito de carreras de varias calles donde corre por una el individuo, por otra la tecnología y en otras van la productividad y el beneficio empresarial, el trabajo distanciado ya es un elemento central. No lo aceleró una libre decisión colectiva sino un virus pero la adaptabilidad del hombre a las condiciones que se le van presentando cuenta con que será lo normal frente a los excepcionales trabajos que exijan presencia física. ¡Nos preocupaba la distopía de ser sustituidos por las máquinas y resulta que se trataba de limitar la movilidad laboral innecesaria!
Nuestro país no estaba acostumbrado a teletrabajar pero la ministra del ramo ya ha anunciado que tomará medidas para que esta fórmula popularizada por el confinamiento se haga permanente tras la crisis. “El teletrabajo”, ha dicho, “ha llegado para quedarse, hay que normalizarlo y configurar un ordenamiento laboral que dejará de ser de emergencia y abordará una nueva normalidad». Esa regulación deberá contemplar “una nueva manera de trabajar efectiva y que asegure los derechos en la prevención de riesgos y en la jornada laboral, con su correspondiente registro de jornada telemático”, concluyo la ministra.
Teletrabajar, confía en una tecnológica experimentada
Esta nueva legislación no tardará y supone una digitalización que en nuestro país aún es deficiente. Por hablar solo del registro de la jornada laboral, imprescindible para teletrabajar y evitar el caos y el absentismo, muchas pymes apostaban antes del confinamiento por llevar ese registro en papel y plantillas Excel. Aducían no haber tenido tiempo para aplicar otros sistemas (ahora tendrán menos), lo barato del apunte frente al coste de un sistema profesional y, aunque no lo confesaban abiertamente, también influía en esa decisión la preferencia por hacer apuntes modificables frente a soluciones tecnológicas que dejan rastro cuando se quieren cambiar horarios a voluntad o no se quieren pagar horas extras.
Los sistemas en papel y Excel ya han mostrado sus flaquezas transcurrido el primer año del imperativo legal del registro: su gran margen de error y manipulación, la exigencia de mantener un archivo físico, lo fácilmente que pueden perderse y, sobre todo, su inutilidad en situaciones como la actual pandemia. Tampoco aportan nada al negocio mientras que las soluciones digitales permiten gestionar los costes de los proyectos, ausencias y cargas de los empleados.
Nadie deseó una tragedia como el coronavirus, pero este momento histórico es el más apropiado para para dar el salto de la digitalización profesional hacia soluciones ventajosas para la productividad y compatibles con la ley como las apps, web y móvil. Aparte de la necesidad del salto, nunca fue tan fácil darlo ni pudo darse con tanta ayuda. Las tecnológicas de servicios están muy bien preparadas y conviene aprovechar su disponibilidad.
Cucorent tiene 30 años de experiencia en sistemas de control de presencia y ofrece ahora gratis su APP de fichaje a sus clientes sin límite de usuarios y ha lanzado Cuco Mini y Cuco 360, dos plataformas nuevas para gestionar al personal que necesita teletrabajar con el software más sencillo del mercado y que funcionan en la nube. Esta tecnológica ofrece también equipos de reconocimiento facial a precio de coste, explica cómo asociar un pin a empleados que lleven guantes para que no necesiten usar los lectores de huella dactilar y da muchas otras informaciones útiles en su actualizada web.