Dormimos mal, y cada vez peor y menos tiempo, los expertos no se cansan de advertirlo. Dormimos mal y aunque en principio pudiera parecer que esto es un problema que afecta a exclusivamente al ámbito personal, lo cierto es que genera pérdidas económicas en las empresas que a su vez repercuten en el PIB de los países. Puede parecer algo anecdótico, pero no lo es.
La organización RAND Corporation publicó un estudio en noviembre de 2016 en el que midió cuál era el impacto económico de la falta de sueño para las empresas y por tanto también para el PIB de los países. Tomó como muestra a EEUU, Japón, Reino Unido, Canadá y Alemania. Los resultados fueron reveladores.
En EEUU, donde se calcula que más de un tercio de los estadounidenses no duerme lo suficiente, se descubrió que esto produce pérdidas económicas de hasta 411.000 millones de dólares cada año, aproximadamente un 2,3% de su PIB. En Japón, las pérdidas económicas por falta de sueño oscilan el 3% del PIB (138.000 millones de dólares) mientras que en Reino Unido la cifra se sitúa en un 1,9%. Canadá y Alemania pierden un 1,3% y un 1,6% de su PIB respectivamente.
No se analizó la situación de España pero, teniendo en cuenta las constantes advertencias de distintos organismos sobre la irracionalidad de nuestros horarios, no es aventurado deducir que las pérdidas económicas son también cuantiosas.
Tener sueño nos hace menos productivos
¿Por qué la falta de sueño hace perder dinero a las empresas?. La respuesta es obvia, un empleado cansado es un empleado menos productivo. Dormir mal afecta a nuestro estado emocional y anímico, a la personalidad y al estado de alerta.
Un estudio de 2007 publicado por la Universidad de Granada y la Universidad Miguel Hernández de Elche encontraba múltiples relaciones entre los principales parámetros subjetivos del sueño, y las dimensiones del “burnout” (síndrome de “quemarse en el trabajo”).
Además, un empleado con sueño corre también mayor riesgo de sufrir un accidente laboral “hay estudios que demuestran la existencia de una relación compleja entre los trastornos del sueño, el estrés y los accidentes laborales”, aseguran desde la Cátedra de Investigación del Sueño de la Universidad de Granada – Grupo Lo Monaco.
Y hay que tener en cuenta que en España se duerme especialmente mal. Un dato preocupante: somos el país de la UE donde más ha crecido el consumo de ansiolíticos y somníferos, un 57% entre 2000 y 2012 según un estudio de la OCU.
¿Por qué los españoles dormimos tan mal?
La crisis económica, el trabajo, las preocupaciones diarias y el exceso de tecnología son las causas más habituales que impiden a la gente descansar, según los expertos. Pero en el caso concreto de España existe una particularidad: nuestros caóticos horarios.
Según fuentes de Eurostat, nos acostamos, de media, una hora y media más tarde que nuestros vecinos franceses y dos horas más tarde que los alemanes, sin embargo, madrugamos casi lo mismo. En lo referente a nuestro horario laboral, la diferencia es aún más chocante: un análisis de la Estadística del Uso de Tiempo, también elaborada por Eurostat, revela que alemanes, españoles, franceses y británicos entramos a trabajar casi a la misma hora, pero los españoles tenemos una pausa para comer de entre una hora y media y dos horas más larga y, por tanto, horas de salida mucho más tardías. Empezamos a salir del trabajo a partir de las 18:00, mientras que Eurostat revela que los alemanes y los franceses lo hacen a partir de las 16:00 y los británicos a partir de las 15:00.
Estos horarios tan peculiares a veces se atribuyen a nuestro clima y la cultura mediterránea pero, los italianos se acuestan de media una hora antes que nosotros y en lo referente a su horario laboral, comienzan su pausa para la comida antes y salen también antes. Además, los españoles tampoco tuvimos siempre estos horarios, antes de la industrialización, hasta principios del siglo XX, solíamos comer entre las 12:30 y las 13:00, un horario mucho más similar al que actualmente tienen el resto de europeos.
Este caos de horarios se traduce en que nos acostamos muy tarde, dormimos poco, pasamos demasiadas horas en el trabajo y tenemos muy poco tiempo para desconectar. Algo que, como ya hemos visto, puede traducirse en menor productividad, pérdidas económicas e incluso accidentes laborales.
Optimizar nuestros horarios es la clave
La mayoría de expertos coinciden en que la mejor opción para solucionar nuestros problemas de sueño pasan por replantear los horarios, empezando por los de la jornada laboral, que son los que hacen que se nos “descoloque” el resto del día.
Una pausa mucho más corta para comer, por ejemplo, acortaría considerablemente nuestra jornada laboral, esto provocaría que saliéramos mucho antes del trabajo, la tarde nos cundiría más, podríamos acostarnos más pronto y madrugar más, lo que incluso permitiría comenzar la jornada laboral aún más pronto y salir del trabajo aún antes.
Sin embargo, aunque esta es la propuesta en la que más insisten los expertos, es un hecho que en la actualidad es una medida muy difícil de implantar en las empresas, pues sería necesario un cambio de mentalidad y costumbres de toda la sociedad en general.
A medio camino, cada vez son más las empresas que optan por implantar horarios flexibles en sus empresas. Aunque existen distintos modelos de horario flexible, el más utilizado en España es el que ofrece un margen de varias horas para comenzar y acabar la jornada laboral, siempre teniendo en cuenta que el trabajador debe cumplir cada día con sus horas establecidas por contrato.
Por ejemplo una empresa ofrece un margen de 3 horas para comenzar la jornada (pongamos que entre las 7:00 y las 10:00) y un margen para acabarla. Si, por ejemplo, un empleado con una pausa para comer de una hora entrase a trabajar a las 8 de la mañana, saldría a las 17:00, si lo hiciera a las 7 de la mañana lo haría a las 16:00, etc.
La implantación de la jornada intensiva durante todo el año o la reducción de la pausa para comer a 30 o 40 minutos son medidas que también empiezan a tomar las empresas españolas conscientes del impacto que tienen sobre sus trabajadores – y sobre la productividad- las largas jornadas laborales.
La flexibilidad no implica desorganización
Algunos empresarios españoles son reticentes a la hora de implantar medidas de este tipo porque creen que con un horario flexible va a ser más complicado controlar que los empleados cumplan con todas las horas de su jornada laboral, o que puede ser un caos que cada empleado entre y salga a diferente hora.
Sin embargo, la experiencia de cientos de empresas demuestra que esto no es así. Con un control de presencia se puede conocer de manera rápida y sencilla cuáles son las horas de entrada y salida de todos los trabajadores.
Este tipo de sistemas, muy demandados en las empresas que buscan flexibilizar los horarios, constan de dos partes: un terminal y un software de control de presencia.
En el terminal los empleados fichan y posteriormente la información con las horas de entrada y salida de cada empleado se pueden comprobar en los informes que genera el software de manera automática.
Un control de presencia actual se parece a los antiguos relojes de fichar, pero mucho más avanzados tecnológicamente. Si antes los trabajadores utilizaban unas “fichas” para registrar las horas de entrada y salida, actualmente existen modelos que ofrecen diversos modos de hacerlo, dependiendo de las necesidades de la empresa: con tarjeta de proximidad, con huella dactilar, reconocimiento facial, contraseña numérica, llavero de proximidad…
De entre todos estos tipos, el más demandado es el control de presencia con huella dactilar, porque es el más económico y además evita la suplantación de marcajes, es decir, que unos empleados puedan fichar por otros.
En definitiva, mejorar la productividad de los trabajadores es posible, sólo es necesario tomar unas pequeñas medidas que contribuyan a mejorar la calidad de vida de todos.