Los datos recogidos en el informe ‘Un Empleo para la Salud Mental’ pone el dedo en la llaga de un problema acuciante para muchas familias españolas. Hablan por sí solos y sirven para reflexionar sobre la dificultad de acceder al mercado laboral que padecen las personas con estas enfermedades, su estigmatización en el mundo empresarial, los beneficios terapéuticos del empleo para éstas y los motivos que hacen perder oportunidades a una empresa cuando excluye de su plantilla a quienes sufren esta discapacidad.
El informe, realizado por la Fundación Adecco, encuesta por un lado a un centenar de empresas de 21 áreas de actividad y por otra a 234 demandantes de empleo en posesión del certificado de discapacidad mental, y ha sido contrastado con entidades especializadas en salud mental. El estudio parte de las siguientes premisas, basadas en datos oficiales:
- 450 millones de personas en el mundo presentan algún problema de salud mental que dificulta gravemente su inclusión social y laboral.
- El 25% de los problemas de salud es de tipo mental, cifra que supera a las del cáncer y los problemas cardiovasculares.
- En nuestro país, 1 de cada 4 personas tendrá un trastorno mental a lo largo de su ciclo vital y 1 de cada 10 mayores de 15 años refiere alguno diagnosticado, siendo la frecuencia mayor entre las mujeres (14,1%), que entre los hombres (7,2%).
- La prevalencia de la depresión es 2,5 veces mayor entre quienes se encuentran en desempleo (7,9%) que entre quienes trabajan (3,1%), llegando a alcanzar el 30% entre las personas incapacitadas para trabajar.
En España, 1 de cada 4 personas tendrá un trastorno mental en su vida
Salud mental y prejuicios en el mundo laboral
En un momento donde los departamentos de Recursos Humanos se preocupan de implementar hábitos saludables entre los empleados, vigilar una desconexión digital que favorezca la conciliación y por una ‘humanización’ general de la jornada laboral, es especialmente importante fijarse en este problema de salud.
Está comprobado que cualquier persona con trabajo puede concentrarse en sus tareas y dejar menos lugar a otras preocupaciones, y que un empleo desarrollado en condiciones propicias tiene un valor estabilizador. Si esto beneficia a cualquiera, ¿Cuánto podría mejorar la vida de quienes tienen un certificado por trastorno mental? Pero el hecho es que las personas con cualquier tipo de discapacidad presentan índices de desempleo mucho más elevados que el resto de la población. El 66% de ellas en edad laboral no tiene empleo ni lo busca, más del doble que la población general.
Tras este desfase se encuentran prejuicios y estereotipos que conducen a las personas con discapacidad a la inactividad y/o dependencia: desconocimiento, sobreprotección familiar, subsidios no vinculados a programas de empleabilidad, barreras empresariales… De todas las personas con discapacidad, las que tienen algún trastorno de salud mental registran la menor tasa de empleo (16,9%, frente al 25,9% en las demás discapacidades). Así lo confirma el 77% de las 101 empresas encuestadas en el informe de Adecco, que afirma tener a personas con discapacidad trabajando, pero el 42,8% matiza que ninguna tiene una afectación mental. Esta influencia decisiva de los problemas de salud mental en el acceso al mercado laboral se produce tanto desde la vertiente individual (predisposición al abandono escolar temprano, baja autoestima, etc.) como desde la social-empresarial (estigmas fundamentados en prejuicios que asocian a la persona con discapacidad por trastorno mental con “conflictividad”, “extrañeza” o “ser impredecibles”). El citado informe clasifica estos prejuicios en cuatro grandes categorías:
- Temor a que la discapacidad mental ocasione mayor absentismo y pérdidas económicas a la empresa, por lo que se evita su contratación.
- Un trabajador con discapacidad mental podría tener conductas conflictivas que empeoraran el clima laboral.
- Su fichaje sería contraproducente para la compañía debido al estrés y a la ansiedad que presenta una persona con esas características.
- La adaptación de un trabajador con certificado de discapacidad por trastorno mental necesitaría periodos más largos y no llegaría a integrarse plenamente en un equipo.
Una terapia para el enfermo y un bien para la empresa
El impacto positivo del empleo en las personas con problemas de salud mental (esquizofrenias depresiones crónicas, etc) se demuestra en el informe tras preguntar a poseedores del certificado de discapacidad mental con un empleo. De ellos, un 75% destaca que el trabajo le ayuda a afrontar su problema y mejora la calidad de su vida globalmente. Un 67% expone que trabajar ha incrementado su autoestima y un 46% ha visto mejorar su ocio y bienestar. Además, el 39% ha estrechado su relación con familiares y amigos y el 34% amplió su red de apoyos con nuevos contactos adquiridos en su vida profesional.
Este revelador y oportuno informe da mucho qué pensar y qué hacer a familias, afectados y empresarios, y sus conclusiones pueden resumirse en dos reflexiones de entidades participantes: “Nos queda mucho camino por recorrer, mucho talento que aprovechar, pero lo indudable es que una empresa que contrata a personas con problemas de salud mental, está contratando a una persona luchadora, que ha tenido que superar barreras y mensajes que siempre le han repetido que era imposible”. (AMAFE. Asociación Española de Apoyo en Psicosis).
Por su parte, el director general de la Fundación Adecco, Francisco Mesonero, señala: “Es fundamental impactar en la empresa y en la propia persona con problemas de salud mental para impulsar su acceso al empleo. En primer lugar, adoptando un enfoque individualizado, a través de un itinerario laboral adaptado a sus necesidades y, en segundo término, extendiendo este acompañamiento a las empresas, para que puedan realizar un correcto abordaje de la situación y que la discapacidad, lejos de ir en detrimento de la rentabilidad o el clima laboral, se convierta en un valor añadido que abre a la empresa a nuevos horizontes, siempre alineada con los retos de salud, empleo e igualdad de la Agenda 2030”.