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El debate horario: ¿Cuántas horas debemos trabajar?

17 abril, 2019
El debate horario: ¿Cuántas horas debemos trabajar?
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debate horario

 

El debate horario es un tema recurrente que cobra especial actualidad en períodos electorales. ¿Es efectivo el promedio de las 40 horas semanales fijado como máximo en el Estatuto de los Trabajadores para la jornada laboral?, ¿Se debería reducir para abrir oportunidades a los más jóvenes?. ¿Sería bueno o malo para la productividad, ya que no se ve una mejora del PIB correlativa a las muchas horas que se exceden esas 40 de media en España?

La casuística interviene mucho en este asunto. Por ejemplo, se acaba de aprobar que la jornada ordinaria media del personal adscrito a las instituciones sanitarias integradas en el Servicio Canario de Salud será de 35 horas a partir del 1 de mayo próximo.

Estos acuerdos sectoriales dependen de muchas variables: presupuestos autonómicos, convenios colectivos, sectores específicos…

La inminencia de unas elecciones generales revive y extiende la discusión al ámbito nacional y a una posible regulación general que reduzca el horario laboral. Y tiene especial interés en estas fechas, cuando la jornada de 8 horas acaba de cumplir un siglo. Fue el 13 de abril de 1919 cuando el presidente del Gobierno Álvaro Figueroa, conde de Romanones, firmó el decreto que estableció en España la jornada laboral de 8 horas. Se produjo como una conquista obrera, fruto del éxito de una huelga de dos meses iniciada por los trabajadores de la empresa eléctrica barcelonesa «La Canadiense» y unas reivindicaciones que comenzaron a extenderse por todo el territorio nacional. Aquel decreto también introdujo la gran novedad de reconocer a los sindicatos como interlocutores válidos para la negociación laboral en España.

En ese momento, se consideró que la jornada de 8 horas era un gran paso hacia la racionalización del tiempo de trabajo, que antes de la norma se alargaba hasta las 16 horas diarias en algunos casos. Un siglo después, aquella situación se ve rebasada por el paso del tiempo, el aumento de la población y las exigencias de calidad de vida de muchos sectores, hasta el punto de que la marca Unidas Podemos (nueva denominación de la alianza de izquierdas  formada por los partidos Podemos, Izquierda Unida y Equo) ha presentado en su programa para el 28-A la reducción de la jornada semanal de cuarenta horas de promedio a treinta y cinco horas.

Sus defensores alegan que esta reducción se ha aplicado en diferentes países de nuestro entorno con éxito y favorece la productividad. Ponen el ejemplo de Francia, donde aseguran que esta medida provocó una mejora del capital humano al tener los empleados más tiempo para formarse, lo que repercutió positivamente en las empresas.

En contra de esa tesis, los economistas Cahuc y Zylberberg dicen que la medida aumentó el riesgo de perder su empleo para los trabajadores franceses que hacían 40 horas o más en marzo de 1981 (la reducción se aprobó en 1982). Concluyen los «anti-reduccionistas» que, de disminuir las horas trabajadas, o bien caen los salarios mensuales en la misma proporción o bien se provoca desempleo, ya que de mantener el mismo salario mensual por menos horas de trabajo, esa subida del sueldo/hora hará que las empresas reduzcan la demanda de trabajadores.

Mientras sigue esta discusión sobre el debate horario, que se promete larga y dependerá en buena medida de que las cifras macroeconómicas admitan el mantenimiento del estado del bienestar (o incluso su intensificación) no debemos olvidar otro criterio que afecta a todos los horarios españoles y que lleva años defendiendo la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE ). Como ha manifestado a este blog su presidente José Luis Casero: «Solíamos hablar de “los tres ochos”: 8 horas de sueño, 8 de trabajo y 8 para todo lo demás, pero vamos hacia un paradigma donde en vez de “los tres 8” habría que hablar de “las cuatro D”.

Habrá que hablar también de esas cuatro “D” que propone ARHOE y que deben intervenir en un debate serio que afecte a los horarios en general y a los de la jornada laboral en concreto:

  • La “D” de Descanso, que hay que revisar porque ya varios informes recogen que el tiempo necesario de sueño va desde las seis horas y media hasta las ocho horas, dependiendo de la edad, y que los adolescentes necesitan más tiempo de descanso que los adultos.
  • La «D» de Dedicación, que es el tiempo que se pasa «físicamente» en el centro de trabajo, lo que importante para no perder el contacto humano con la propia profesión y el entorno laboral.
  • La «D» de Disponibilidad. El tiempo efectivo que el profesional debe estar dispuesto y apto para atender sus compromisos laborales.
  • La “D” de Desenganche. En la era tecnológica y del teletrabajo, hay que considerar un tope, ese momento de finalización de la jornada que puede ser difuso para los que trabajan en casa. Sería ese punto donde se apaga el móvil y se cierra el ordenador para las cuestiones laborales.

Como se ve, el debate es amplio y tiene muchos ángulos, pero comenzar a trabajar un poco antes de lo usual en nuestro país y dedicar una mayor parte de la tarde a asuntos propios parece una manera más razonable de organizarnos.

 

 

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